sábado, 12 de mayo de 2012

El buen caracter

El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) era quien poseía el más noble carácter, era el más generoso y temeroso de Allâh, por eso Allâh lo elogió en el Qurân diciendo: “Y estás hecho de un carácter magnánimo” (Sûrah Al Qalam [68], âyah 4). Los sahabah (radiallâhu ‘anhum) pidieron a A’isha (radiallâhu ‘anha) que les hablara acerca del carácter de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam), ella dijo: “Su carácter era el Qurân”. Su respuesta es la confirmación de que cada orden en el Qurân estaba también presente en la vida del Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) y cada cosa prohibida que está en el Qurân, él la apartaba de su vida. Así fue como Allâh lo moldeó con dicha perfección que se tradujo en su humildad, generosidad, valentía y tolerancia que se podían encontrar en su vida. ¿Qué se entiende por buen carácter? El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo: “La piedad es el buen carácter”, que significa tener buen carácter con Allâh y buen carácter con los siervos de Allâh. Respecto del buen carácter con Allâh, significa que nosotros debemos aceptar cada orden de Allâh y cumplirla de acuerdo a nuestra capacidad, si Él nos ordena la oración, el zakâh, el ayuno, etc., debemos sentirnos contentos de cumplir sus órdenes. Respecto del buen carácter con la gente, debemos evitar herir a las personas, debemos ser pacientes cuando la gente nos hiere, debemos presentarnos ante la gente con un rostro sonriente. Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía pedir a Allâh que le conceda un buen carácter y pedía también protección a Allâh del mal carácter. A’isha (radiallâhu ‘anha) dijo que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía decir: “¡Oh Allâh!, así como has mejorado mi apariencia, embellece también mi carácter”. Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) dijo que el Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) solía hacer el siguiente Du‘â: “¡Oh Allâh!, me protejo en Ti de la dureza del corazón, la hipocresía y el mal carácter”. El Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) quien tenía el mejor carácter, solía decir este Du‘â después de cada salâh: “¡Oh Allâh! Guíame hacia el buen carácter, porque no hay quien me pueda guiar hacia ello, sino Tú; y sálvame del mal carácter, porque no hay quien me pueda salvar, sino Tú”. Nawâs Bin Sam‘ân (radiallâhu ‘anhu) dijo: “Le pregunté al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) sobre la piedad y el pecado y me dijo: “La piedad es el buen carácter; y el pecado es aquello que se remueve dentro de ti y que no te gusta que la gente lo descubra”. También se le preguntó al Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) que es lo que más hace entrar a la gente al Paraíso, dijo: “El temor de Allâh y el buen carácter”; El Profeta (sallallâhu ‘alaihi wa sallam) dijo también: “Los creyentes que más completo tienen su Imân son los que poseen el mejor carácter”. Nuestra Dîn exige buenos modales y una buena conducta. Si mejoramos nuestra conducta, avanzamos en nuestra religión. Hay dos tipos de conducta, una conducta buena y apreciada, y una conducta mala y despreciada. Entre la conducta buena está respetar y hablar en una forma y adecuada, hablando la verdad y también siendo paciente, tolerante, perdonador y siempre dando preferencia a los demás. Y la conducta mala es hablar de mala manera, actuando en una forma irrespetuosa, involucrándose en mentiras, en ostentación, siendo envidioso, opresor y avaro. Y la buena conducta es actuar en una forma bella, aceptar los malos tratos y responder siempre con palabras buenas. Se puede lograr la buena conducta a través de tres cosas: con conocimiento, con generosidad y con paciencia. El conocimiento guiará a la persona hacia los buenos modales y lo ayudará en diferenciar entre lo bueno y lo malo, entonces en vez de caer en la ira será tolerante y sabrá cual es la forma adecuada para solucionar los asuntos. La generosidad enseña al ser humano a ser cariñoso, enseñándole a cuidar los derechos de los demás. Se dice que la generosidad es el líder de un ejército en el cual solo hay cosas buenas. La paciencia protegerá al ser humano de tomar malas decisiones, le enseña a ser tolerante, aguantar su ira y soportar las molestias de los demás. Es la cualidad que más le ayuda al ser humano a llegar a su propósito. Existen además tres cualidades que sirven para purificar el alma de una persona: la pureza, la valentía y la justicia. La pureza protegerá al ser humano de malas cualidades, malos dichos y hechos, y lo incentivará hacia el pudor y hacia la esencia de lo bueno, lo alejará de todo lo que es detestable, como ser tacaño, mentiroso y de las murmuraciones. La valentía elevará el rango del ser humano y le enseñará la importancia de llegar a tener una situación que será bien aceptada por Allâh. Ser valiente ayuda a suprimir nuestros deseos y preferir a los demás por sobre nosotros mismos. Ser justo ayudará al ser humano a tomar decisiones a través de las cuales no se opriman los derechos de los demás ni se exija aquello que resulta imposible. Si el alma se aleja de la cualidad de la humildad, obviamente se inclinará hacia la soberbia y se alejará del pudor. Si el alma se aleja del cariño y la bondad, se inclinará hacia la dureza y hacia la tosquedad. Si el alma se aleja de tener cualidades que ablandan el corazón, se inclinará hacia defectos que lo endurecen. Si el alma se aleja de apreciar a los demás, se inclinará hacia el desprecio. Si el alma se aleja de ser valiente, se inclinara hacia la cobardía. Si el alma se aleja de aceptar las decisiones de Allâh, se inclinará a la avaricia y se quejará del decreto de Allâh sin aceptar las decisiones de Allâh sobre su sustento. Si el alma se aleja de la misericordia, se inclinará hacia la destemplanza. La persona con buena conducta es siempre apreciada, amada y querida. La gente se beneficia de su presencia, de sus palabras y de su silencio. El mejor ejemplo de esto es el Profeta Muhammad (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Queridos hermanos y respetadas hermanas, roguemos a Allâh para que nos de la habilidad de entender estas palabras y corrija nuestra conducta y nos de el carácter de Rasûlullâh (sallallâhu ‘alaihi wa sallam). Âmîn. Wassalamu ‘alaikum wa Rahmatullâhi wa Barakatuh

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