Abû Hurairah (radiallâhu ‘anhu) narró que un día entró en la mezquita del Profeta (sallallâhu 'alaihi wa sallam) y lo vio haciendo su salâh sentado. Una vez que terminó, le preguntó:
“¡Oh Mensajero de Allâh! Es la primera vez que te veo rezando sentado ¿Acaso pasó algo?”.
El Profeta (sallallâhu 'alaihi wa sallam) dijo: “¡Oh Abû Hurairah! Estoy rezando así a causa del hambre. No pude pararme para rezar”
Al escuchar esto, Abû Hurairah empezó a llorar, entonces Rasûlullâh (sallallâhu 'alaihi wa sallam) lo tranquilizó diciendo:
“No llores, porque las personas que pasan hambre en esta vida, nunca pasarán hambre en la Otra Vida. Hay muchos quienes visten la mejor ropa en este mundo, pero en la Otra Vida estarán desnudos; y hay muchas personas que son honrados en esta vida, pero en la Otra Vida serán deshonrados; y hay muchos que en esta vida mundana son ricos, pero en la Otra Vida serán pobres; hay muchos que comen lo mejor de este mundo, pero en la Otra Vida padecerán hambre. Por eso, utiliza tu dunia para ganar el mejor grado y estado en la Otra Vida”.
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